QUERIDOS EXTRAÑOS

Tengo algo que contarles

Butaca 27

Hoy para variar decidí ir al teatro, no suelo venir por aquí, pero ya me estaba abrumando seguir en las mismas salas de siempre del cine, casualmente siempre me tocaba la sala 3. 

Me aventuré a ver una obra que tiene como nombre: “La vida y otros tropiezos”. Vaya nombre para tan buena decisión de venir hoy, pero bueno, ya estoy aquí. 

Muero de hambre, deberían de tener algún kiosco de comidas, se me antoja una hamburguesa de esas que salen en los anuncios grandes; Pero creo que tendré que esperar a salir.

A fin de cuentas ya estoy en taquilla, y perder la fila ya sería una pérdida de tiempo. ¿Cuántas veces se puede llegar tarde en la vida? ¿Qué podríamos perder por llegar tarde a los lugares donde nos proponemos llegar? 

Oportunidades, salvarnos de algo trágico, o encontrar algo nuevo.

Bien, me ha tocado la butaca 27, veremos que tal es la vista. 

A decir verdad me estreso mucho con esto de las ubicaciones de las butacas, pagar tanto por ver tan poco sería una decepción.

Al salir les cuento que tal estuvo, de momento dedicaré 3 horas a ver la vida y otros tropiezos. 

4 Horas después

Quiero continuar, pero no para contarles sobre la obra, sino para contarles lo que me pasó.

Sucede que, sin ver el número de la butaca, pregunte por un espacio que estaba vacío, me pareció un buen lugar, no había nadie, y al lado solo estaba una persona que no parecía estar acompañado. 

¿Está ocupado? … Le pregunté. 

—Sí, pero puedes sentarte, me respondió. 

¿Por qué me senté? No me pregunten, solo sabía que por alguna razón debía de sentarme ahí. 

Le pregunté si venía con alguna compañía, me dijo que sí, pero que andaba buscando algo en el auto en el que venían. 

Sería una lástima que se perdiera la obra, le respondí. (Yo haciendo de cuentas que estaba super interesado en la vida y otros tropiezos, y no, nada que ver, no sé ni quienes son los actores) 

Entonces me respondió: Sí, aunque la verdad no creo que le interese mucho ver la obra.

Decidí cambiar su ánimo de conversación, y le empecé a platicar de lo interesante que puede llegar a ser tropezar con un destino y una casualidad al mismo tiempo.

Me contó que ya le había sucedido en el pasado, pero que solo le quedó el recuerdo de un viaje con delfines en agosto del año pasado.

También le conté de mis experiencias, y que a diferencia de sus viajes a mí me tocó quedarme con una Instax mini que nunca entregué. 

Cosas que ya habíamos dejado en el pasado, pero que ahora resulta parte de una anécdota que se hizo chiste. 

Hacíamos demasiado ruido en la sala, la verdad es que, me parecía que solo nosotros la pasábamos bien, creo que los demás veían la obra y me pareció ver a una señora de cuarenta y tantos llorar con un pañuelo. 

La obra ya había empezado, llevábamos casi una hora viendo la función, cuando su compañía decide aparecer.

Decidí levantarme del asiento para evitar mostrarme un poco descortés y reaccioné a buscar mi butaca 27. (la que por ley me tocaba).

Esto me causa mucha gracia, porque a las sombras de la luz del teatro, se veía mi silueta y la de su compañía entrando, fue medio incómodo.

Antes de querer despedirme, me tomo de mi mano derecha, y me dijo:

“Creo que el haberte conocido es lo mejor que me ha pasado”

Sentí escalofríos, empezó a sonar el ritmo de Halo en mi cabeza, mientras miraba sus ojos, empezaba a comprender, la vida y otros tropiezos sin haberle prestado atención.

Y a pesar de no haber tropezado con algo, empezaba a creer en el destino más que la casualidad.

Me senté en la butaca 27, un poco lejos de su asiento, aunque logré alcanzar a ver a su acompañante, Se hacía llamar destino, pero parecía ser más una decisión sin retrocesos.

Al terminar la obra, perdí de vista sus ojos entre tanta gente, no logré saber si realmente llegó por la obra, o para tropezar con una casualidad, que podría haber sido su destino.

Prometo que en otra vida, si te vuelvo a encontrar, esta vez no te dejaré ir, y por favor, tampoco me dejes ir.

Espero encontrarte en algún otro lugar, volver a equivocarme intencionalmente de butaca, para volver a descubrir tal vez el destino dentro de las casualidades. 

 

Frappe de Caramelo

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