Cerremos el libro de la historia que leíamos juntos, pero dejemos una página en blanco, donde tengamos que escribir una nueva historia, donde ya no nos queden palabras para olvidar que hay muros en medio de nosotros.
Para olvidar que en Saturno gira a tu alrededor una promesa que ya no puedes romper.
Guardaré en una cajita, todos los recuerdos que llenan los silencios, guardare aquel día en que la lluvia llenaba el cuerpo de frenesí.
A lo mejor no es que en otra vida seremos, sino que ya fuimos, nos encantamos, nos completamos y nos volvimos a encontrar en este presente.
Tal vez fuimos un otoño, una estación que impactó nuestros climas más nublados, aquellos donde solo tu risa era capaz de borrar.
Guardare los abrazos de amor que llenaban mis días cansados, donde nuestros ojos se buscaban de la misma forma en que un beduino busca agua en el desierto.
Te llevaré como un tatuaje con tinta invisible, donde tal vez nadie pueda verte, pero yo si logre sentirte en cada amanecer, de esos que cautivan tus ojos, de esos que guardas en tu carrete de colección.
Te recordaré como el café, con todo y sus efectos secundarios.
Te recordaré en la ausencia de tu memoria, en el clave morse de tus dedos.
Te recordaré como lo mejor después de la lluvia, como lo mejor después de tocar tus manos.
Te recordaré como la lira que tocaba Orfeo, una de las cosas más deslumbrantes de mi mundo.
Y si fuese capaz, viajaría hasta el inframundo, para poder verte, con la única condición de no perderte otra vez.
Porque te necesito para ver, te necesito para que detengas mis palabras, y me muestres un atardecer.
Pretendo quedarme contigo, porque solo sé decirte, que eres como las puestas y salidas del sol, único, irrepetible e inolvidable.
Frappe de Caramelo